

En la antigua Grecia, el pastel de bodas se rellenaba con semillas de ajonjolí también como símbolo de fertilidad y prosperidad en la vida de la pareja.
A mediados del siglo XVII el pastel nupcial aumentó su tamaño y las tradiciones en torno al pastel continuaban. Eran muy típicos los pasteles de carne picada decorado con migas de pan dulce. Como si de un roscón de reyes actual se tratase, se introducía un anillo de cristal dentro de la tarta y quien lo encontrase sería la próxima persona en contraer matrimonio.
Había más tradiciones en este mismo siglo. Una de ellas era muy usual y extraña entre las chicas solteras. Consistía en dormir con una porción de pastel debajo del cojín para poder soñar así con su futuro marido.
En el siglo XIX el pastel de bodas se hizo mundialmente popular y los reposteros introducían nuevos ingredientes. Los pasteles se elaboraban con trozos de pasas o de cerezas y con ricas mezclas.
Son muchas las variaciones que se han ido incorporando. Podemos ver tartas decoradas con flores naturales exóticas, de varios pisos, con los figurines de novios sobre el mismo, colores vivos, los pasteles en forma de rosas o sobre bases de plata o de vidrio. La tradición de que los novios corten juntos el primer trozo de la tarta es muy usual. Ahora se hace con un cuchillo generalmente pero se solía hacer incluso con una espada.
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