Se trata de una tradición de boda bastante antigua y la razón está en que, hace muchos años, la meteorología no se entendía como una ciencia y básicamente el buen tiempo giraba en base a las supersticiones. Que lloviera durante el día de la boda, estaba concebido como un mal augurio de desgracias que convertían a la novia, en toda una serie de desdichas, como que se volviera vaga, sucia o que tuviera una infinidad de hijos sin que así lo deseara. La verdad es que se desconoce exactamente cuando empezó la tradición de llevar los huevos a Santa Clara y lo más curioso es que no hay nada en la biografía de la Santa que la vincule con el buen tiempo meteorológico. En realidad debería ser recordada por ser la primera mujer en fundar una orden religiosa, sin embargo el destino es caprichoso y hoy este hecho pasa casi desapercibido, quedándonos con la anécdota de los huevos.
El mal augurio que afectaba a la novia
Como era a la novia a la que la afectaba, esta era la encargada de llevar la docena de huevos a Santa Clara, rogando para que estas rezaran en su nombre para hacer que no lloviera durante el día de su boda. Hoy en día las Clarisas no sólo rezan por el buen tiempo el día de la boda, también lo hacen para pedir por la felicidad de los novios en el futuro. Pese a que a día de hoy evidentemente toda conocemos mucho más sobre cómo funciona el clima, todavía se siguen recordando en algunas celebraciones. Esta celebración, se ha convertido en una costumbre artesanal en donde se hace llegar a las clarisas huevos y limosnas para cualquier festejo, viaje o celebración y no sólo para las bodas. Por ejemplo si la celebración de la boda se realiza al aire libre una casa rural. En definitiva, como en otras muchas tradiciones populares, estas se han convertido en costumbre con el propósito de recordar tiempos pasados y además nunca se sabe ¿y si por no llevar los huevos a Santa Clara llueve ese día.....?
