

Se trata de una tradición que nace en Estados Unidos y por supuesto, de una creencia popular. Dicha creencia, rezaba que los malos espíritus atacarían a los recién casados, fruto de la envidia que la felicidad del matrimonio propiciaba. Para ahuyentar a estos malos espíritus, la tradición decía que había que hacer mucho ruido para asustarlos, por lo que para ello se ataban latas y toda clase de recipientes metálicos a la parte trasera del coche de los novios, por lo que se formaba un buen alboroto cuando este arrancaba.
Con el paso del tiempo, la tradición adquiere nuevos matices
Con el paso del tiempo, resulta inevitable que las tradiciones más antiguas consigan nuevos matices, más aún cuando se trata de un tema de espíritus. En este sentido, uno de los principales matices que se buscan hoy en día, es el de gastar una pequeña broma a modo de elemento de decoración y aprovechar para llamar la atención del coche en su camino a fuera de la iglesia. De este modo, se trata de compartir también la alegría del día, con todos aquellos que no han tenido ocasión de acudir al evento. La cultura de cine americana, ha contribuido en una gran medida a popularizar esta estampa de las latas atadas en la parte de atrás del coche, tarea de la que, a día de hoy, se suelen encargar los padrinos o las damas de honor. Además, se trata del complemento perfecto a la hora de adornar el coche para la celebración para que así, sea todavía mucho más llamativo.